La Ermita del Dulce Nombre...

Ermita del Dulce Nombre
Ermita del Dulce Nombre

Arquitectura

                           

                              Las obras de la Ermita del Dulce Nombre, ubicado en un solar donado por el licenciado Juan Álvarez, se iniciaron en el año 1583 bajo la dirección de Diego Baena, quien la prosiguió hasta su muerte acaecida hasta 1585, y continuándolas otro maestro que la concluyó en 1589.

A lo largo del Siglo XVIII se efectuaron diversos reparos,  lo que no impidió que a finales de 1786 se encontrase arruinada y con riesgo de desprendimiento, lo que obligó a trasladar a la imagen de la Virgen de la Soledad a la Parroquia de la Purificación (Parroquia Matriz).

 

 

                            Esta Iglesia se construyó de acuerdo con un modelo de tipo mudéjar, imperante aun en el Siglo XVI, que comprende nave rectangular y capilla mayor cuadrada, ambas separadas por un potente arco de medio punto, que descarga en pilares primaticos de ángulo achaflanados. La nave se cubriría con una armadura de madera, que desapareció en la reforma del XVIII, cuando se formó la bóveda de medio cañón con fajones y lunetos alternantes que hoy tiene.

Retablo Principal

 

                         Al muro frontal se adosa el retablo mayor, que por su estilo se puede situar hacia 1765 y dentro de la producción de los maestros vecinos de Écija, Juan José y Bartolomé Cañero. Sobre alto banco con dos abultadas ménsulas de follajes se eleva un cuerpo de fraccionados estípites, acusadamente prismáticos,  que ciñen el gran medio punto  de la embocadura  del camarín, algo adelantado respecto al plano. De una cornisa mixtilínea, muy destacada, surge el ático curvo, en cuyo panel central se localiza un dispositivo repleto de volutas con el anagrama JHS dentro de un óvalo, que avanza lo mismo que el arco inferior. El interés de este retablo se centra en su exquisita y bien tallada decoración de follajes, los cuales reciben un tratamiento menudo y rizado, propio del momento. La abundancia ornamental compensa la falta de valores estructurales.

 

                         Dado el tamaño del retablo, quedaron sin cubrir amplias áreas del muro, que se rellenaron en 1790, con unas yeserías rococó.

Forman su entramado cuatro medallones cuadrilobulados con doseles y remates mixtilíneos, que cobijan relieves de San Joaquín, San José, Santo Domingo y Santa Rosa de Lima.

 

También se dispuso de un gran dosel de telas encoladas en el coronamiento del altar, colgando sus cortinajes por los laterales, al tiempo que son recogidos por ángeles.

Detalles del Retablo Principal (Pincha sobre las imágenes para ampliar)

Retablo San Juan Evangelista (Pincha sobre la imagen para ampliar)
Retablo San Juan Evangelista (Pincha sobre la imagen para ampliar)

 

 

Otros retablos

 

                        El resto de retablos son obras en yeso del Siglo XIX. En el lado de la Epístola se encuentra el de San Juan Evangelista, originalmente de San José.

Dispone de dos columnas compuestas, flanqueando su hornacina, sobre a la que a su vez monta un aparatoso cornisamiento con vasos gallonados en sus extremos; así mismo de un ático curvo con volutas vegetales y la escena en relieve de la Circuncisión del Niño Jesús. Frente a este altar, en la embocadura de la antigua capilla del Santo Sepulcro aparece un remate de yeso, que es aprovechado para una gloria con el Niño Jesús y una multitud de ángeles que portan símbolos de la Pasión.

 

El altar de la Santa Cruz, formado por parejas de columnas acanaladas y un entablamento curvo, es obra de Francisco Carmona.